miércoles, 28 de febrero de 2007

Cine y bus (I): Una historia del Bronx



Esta película la traigo aquí porque el protagonista se enamora de la chica en un autobús. Calogero. Una historia del Bronx. Que la chica sea negra también está muy bien. La película es de Robert de Niro y a Robert de Niro siempre le han gustado las chicas así. Además el autobús donde se enamora el protagonista es de su padre, que encima es Robert de Niro. Y también me gusta que el protagonista no pague cuando sube al autobús. Porque es su hijo. Quién fuera hijo de Robert de Niro.

Para que no se note mucho que no paga, porque igual todo es un poco de caradura, Calogero se sienta al lado de su padre, en el primer asiento del autobús. Como se pone de cara a la gente, un día ve a la chica negra. Suena una canción bastante maja y entonces surge esa cosa llamada amor.

La canción que suena cuando Calogero se enamora en el autobús es I only have eyes for you. Versión del saxo de Gerry Niewood. Luego también suena la versión de los Flamingos, vocal. Leit motiv del amor interracial. La película tiene un punto, y es que Robert de Niro sale en una película de gangsters y Robert de Niro es un conductor de autobús. Quién fuera el hijo de.

Cuando Calogero tiene 17 años y se junta con la pandilla por el Bronx, y pasa el autobús de Robert de Niro, los chicos negros que van en el autobús se encaran con los italo-americanos de la pandilla. Robert de Niro deja el autobús para encararse con Chazz Palminteri, el matón del barrio, el que intenta "robarle" a su hijo y el que escribió la historia de Una historia del Bronx. El nombre real de Palminteri es Calogero.
Realmente traigo esta película porque me gusta un montón.

lunes, 26 de febrero de 2007

Frases para la historia


La frase más escuchada en la historia del autobús:

Pues no te había visto.

La segunda frase más escuchada en la historia del autobús:

Pues yo tampoco.

La tercera frase más escuchada en la historia del autobús no existe:

El silencio.

La frase más socorrida entonces para salir el paso:

Y tú qué tal.

La conversación no suele ir más allá del convencional:

Bien. Y tú.

Se admiten sugerencias sobre nuevas frases. Renovemos el rico repertorio español del tópico en el autobús. Todos lo agradeceremos.

jueves, 22 de febrero de 2007

Animales nocturnos


Desconozco otras porque sólo sé de la Cuatro y la Sexta. Hablo de autobuses. Nocturnos. Desde que los autobuses búho empezaron sólo hace dos años, casi es la mejor cosa que han hecho desde Tuzsa en los últimos tiempos. ¿Sería demasiado pedir frecuencias más cortas, aun siendo por la noche? Encima te ahorras dinero porque dejas que los taxis pasen de ti. Y eso es una maravilla.

Decía que uso la Cuatro y la Sexta. Todavía desconozco las otras líneas. Ni que decir tiene que si cojiera las otras, me llevaban bien lejos, allí donde para el lado oscuro de la ciudad. Recuerdo el día que cogí el primer búho y pregunté, entre temeroso y emocionado, al conductor de noche: “¿Vale esto?”. Esto era el bonobús, aquella reliquia.

Ahora que caigo, propongo. El número del búho viene dentro del búho del cartelito. Casi no se nota. Es de noche ¿No podría venir el número del búho un poco más en grande y dejar el búho en pequeñito? Eso ya nos lo sabemos. ¿Uno de esos carteles electrónicos? Es decir.

Gracias, señor Búho.

miércoles, 21 de febrero de 2007

La calle del silencio


Hoy, al venir hasta el sitio en el que escribo esto, el autobús iba en completo, absoluto silencio. Y no iba precisamente vacío. Han sido unos segundos, minutos, momentos, maravillosos. Nadie conocía a nadie, casi casi nadie miraba a nadie. Se limitaban o nos limitábamos a dejarnos llevar. Quizá por la emoción. Hasta el largo y pesado trayecto de mi autobús me parecía, aunque largo, nada más que sereno.

Ni los móviles, que se estaban echando la siesta.

Que de vez en cuando se agradece y todo.

martes, 20 de febrero de 2007

El autobús es nuestro



Marta Marmota tiene más razón que un santo. O que una santa, en este caso. Marta Marmota tiene un blog personal, intransferible y dicharachero que también habla de autobuses. Para variar. Y encima es de Zaragoza. Toma.

Marta Marmota dice, palabras textuales, a propósito de los autobuseros, ese colectivo: “Que yo me quejo en el blog, pero en los autobuses soy muy educada, ¿eh?” Yo también lo soy, amiga Marmota. Educado, quiero decir. Yo soy de los que cede el asiento si ve una señora anciana subir al autobús. Peor aún: soy de los que cede el asiento a esa persona mayor que tiene que llegar al final del autobús porque NADIE, desde el primer asiento del bus, le ha cedido su sitio.

Marta Marmota habla en su blog de esa raza de conductores educados, que de todo tiene que haber en la viña del autobús, que te abren la puerta cuando le pides educadamente que te abra aunque no estés técnicamente en la parada misma. Pero. Marta Marmota habla también de esa raza de conductores que no te abren la puerta cuando le pides educadamente que te abra aunque no estés técnicamente en la parada misma. Por no hablar de tantas y tantas situaciones.

Amiga Marmota, el autobús es nuestro.

viernes, 16 de febrero de 2007

Un toque de humor


Faemino y Cansado en la parada del autobús. Ya serían más amenas las esperas de los autobuses con gente a tu lado como ésta.

miércoles, 14 de febrero de 2007

Campanilla



Los autobuses antiguos llevaban como una cuerda de cuero de la que había que tirar para avisar de que bajabas. Sonaba una campanilla. Sonora. A los autobuses modernos tienes que apretarles los botones y a veces ni suena. Los autobuses antiguos estaban llenos de papelitos por el suelo. No me acuerdo si los antiguos llevaban papelera. Los autobuses modernos ya no llevan papelitos por el suelo. ¿Es por la papelera que hay al final del autobús o es que en verdad nos hemos vuelto civilizados con el tiempo?

En los autobuses antiguos había un cartel enfrente del conductor que ponía: “Prohibido hablar con el conductor”. En los autobuses modernos hay un cartel que dice: “Prohibido distraer al conductor”. En los autobuses antiguos siempre había alguien que estaba hablando con el conductor.

Los autobuses antiguos se usaban hasta hace bien poco para rellenar algunas frecuencias de algunas líneas de las que cojo yo. El 22, verbi gratia. Alguna vez también sonaba la campanilla. Los asientos de los autobuses modernos son mullidos. Pregunta: ¿Es que antes no caían en que podían hacerse asientos mullidos?

Reivindico la vuelta de la campanilla. Tampoco estaba tan alta.

lunes, 12 de febrero de 2007

La ilusión viaja en tranvía



Me acuerdo de los carriles de tranvía que todavía existían por la Gran Vía de Zaragoza. No hace mucho. En algunos tramos de la calzada, lo que había en la Gran Vía era puro empedrado. Ahora ya no hay ni carriles ni empedrado. Esto por lo menos en Gran Vía. Tranvía, de momento, tampoco hay. De momento. Igual dentro de unos años, y según quien nos gobierne. Según quién nos gobierne quiere decir que si los que nos gobiernan son de otra acera política, nos pondrán un metro en vez de un tranvía. Y qué queréis que os diga, os diría una u otra cosa puestos a ser prácticos o puestos a ser nostálgicos.



Pero hoy me quiero poner nostálgico. O del lado de los nostálgicos. Hace años me cuentan que había diez coches, que lo más normal en Zaragoza era atravesar la ciudad de punta a rabo con burro tirando un carro. Hoy sigue habiendo mucho burro, pero ahora están al mando de un volante. El tranvía tampoco iba a todo tren y era parte indisoluble del paisaje. Ya sé que hoy es inviable y que económicamente es un desastre, pero estoy es la parte nostálgica del asunto. Sé también que los tranvías ya no irían a paso de burra. Y de paso que también entorpecerían todo el tráfico. Y no me quiero poner más práctico. Pero puestos a elegir me gustaría más subirme a un tranvía en blanco y negro que meterme bajo tierra a bordo de un metropolitano.



El tranvía que quieren hacer iría del Actur a Casablanca. Me cuentan que hace muchos años lo normal casi era cruzar la ciudad con un burro que tiraba de un carro. Y que por donde estaban los carriles del tranvía, a veces iba el carro. El burro, más que el carro. Y seguramente será por eso que me he puesto nostálgico. Y porque me habré acordado del chiste del chufla chufla. Por ver la estampa del tranvía y delante el burro y detrás el carro.

miércoles, 7 de febrero de 2007

El ayuntamiento de Madrid publicita sus servicios en los autobuses


El Ayuntamiento de Madrid ha puesto en marcha una original campaña publicitaria para dar a conocer las actividades y servicios que ofrecen las Juntas de Distrito de la capital del reino. Se trata de comunicar in situ a los madrileños estas actividades mediante representaciones teatrales llevadas a cabo por varios actores en los medios de transporte públicos.



Los sorprendidos e inesperados espectadores asisten, por ejemplo, en un autobús urbano a la pedida de mano de un joven a su novia, mientras le va desgranando sus proyectos e ideas para la futura pareja de casados. Es lo que se ve en este video. Se trata de una pionera idea que encuentra en Madrid su primer “escenario” público.

La idea surge de la empresa Marketing vivo y se matan dos pájaros de un tiro. Por una parte, el Ayuntamiento da a conocer su plan de servicios; por otra, los actores de la empresa se ganan un sueldo.

La última mentira del día (inmóvil)



Pasó una cosa curiosa el otro día. El buen señor que se sienta a mi lado. Diré que yo no soy de aquella gente que pega la oreja a las conversaciones ajenas, pero el que esté libre de pecado. Otro día hablaré de lo que se oye y escucha en un autobús y las conversaciones ajenas. El caso es que a lo que hablaba el buen señor no le presté mucha atención. Si acaso el tono entre cansado y encrespado de su voz, que igual era porque no quería que le llamaran al móvil o igual porque no quería que le llamaran estando en el autobús. O igual porque eran las nueve de la noche y al final del día andaba más quemado que la moto de un hippie.

Entonces va y dice el señor, y con eso sí me quedé: “Oye, te voy a dejar que estoy entrando por la puerta y está mi mujer”. Claro, ahora que caigo, lo de la mujer igual lo decía por algo, pero igual no. Total, que el buen señor se quería quitar de encima a un engorroso interlocutor, para lo cual soltó la última mentira del día. Ni que decir tiene que el buen señor no estaba traspasando ninguna puerta y menos la de casa alguna. Allí continuó, en el sitio, el buen hombre, sentado a mi lado, sin inmutarse lo más mínimo, hasta el final de su trayecto. Que a veces te dan ganas de iniciar una conversación con esta gente y te da por saber más. Pero creo que ni era el momento ni la persona.

lunes, 5 de febrero de 2007

15 calles



Nombres de las calles por las que pasa mi autobús (ida).

Un alcalde llamado Luis, un santo varón, el nombre de un reino que existió, el compositor de la Dolores, un rey e hijo de rey, una duquesa bastante hermosa, una ciudad a la que baña el Cantábrico. Otro compositor, catalán, una heroína de la guerra contra Francia, una de las siete puertas de cuando dijeron con pedradas a los franceses que no entraran en la ciudad. Un conde reformista e ilustrado, un nombre por el que se conocen las plazas de toros (hoy casi a las cuatro, cuando la calle se acaba, esquina con la siguiente, un chaval ha mandado un beso que espero haya ido para la chica sentada a mi lado). El tiempo en que se divide un combate de boxeo, un impresor que era oscense (el río Huerva que cruza) y un chanchullo político de hace 600 años.

Una más (si contamos el río), y como la película, serían 16.