lunes, 16 de julio de 2007

Qué fue de aquel tren


Cada vez que paso con el 22 por la antigua estación del Portillo. Veo el nombre de una asociación extraña de evangelistas. Veo alguna luz encendida. Me acuerdo cuando iba de noche a buscar alguien que llegaba. Me acuerdo de que había una tienda para comprarse revistas para hacer el viaje. Veo coches aparcados, que no sé si son de los trabajadores de correos o de quién. Veo grúas trabajando, tampoco sé para hacer qué. Para la Expo, si querían hacer algo, supongo que no llegarán.


Como decía aquel anuncio, hace mucho que no viajo en tren. La intermodal ni la he pisado. Casi lo más cerca que he estado es cuando voy al Continente. Tengo un recuerdo de mi último viaje en tren asociado a una canción de los Beatles y una rubia belga u holandesa (igual era francesa) que viajaba con su novio español. Leía un libro y no me acuerdo si tenía un diccionario al lado o le preguntaba las dudas a su novio.


Cada vez que paso con el 22 por la antigua estación del Portillo temo que algún día lo derriben y ya no lo vea más. El cartel famoso de Hollywood se me queda corto cuando veo las letras amarillas que forman el nombre de la estación.

lunes, 14 de mayo de 2007

Yo también quiero




Qué bien que a don Juan Alberto le preocupe tanto la lectura de todos nosotros. Don Juan Alberto, Belloch, alcalde todavía de Zaragoza la ciudad, que te puede hablar de autores y/o libros que sólo el conoce, ha tenido a bien que los zaragozanos que vivan en zonas que no disponen de biblioteca per se culturicen su mente subiéndose a un autobús. O sea. Que si usted vive en o cerca de Parque Goya I y II, Montecanal, Rosales del Canal y Valdespartera, le parará durante tres horas (de 5 a 8 vespertinas) un autobús que además de ser autobús es biblioteca andante. Si no vive usted por ahí, coja el autobús que mejor le deje.

El autobús bibliotecario contará con más de 2000 volúmenes todos llenos de historias y santicos para que pueda ensanchar sus conocimientos. Si los libros no le sirven o simplemente pasa de juntar letras con la vista, hay cedeses, tebeos y también internet. Una manera más para pasar la sorna que empieza ya del verano, porque a ver si tiene aguante un poco la idea. Una cosa sólo. Tendrán aire estos autobuses, espero.

Con lo bonito que es eso de leer en un autobús.

Veo en el santo google que la idea no es propia. Ya me parecía a mí.

viernes, 16 de marzo de 2007

El blues del autobús

Quizá este blog debiera haberse llamado como el título de esta canción.

jueves, 15 de marzo de 2007

Cine y bus (II): Speed



En la película Speed hay un autobús que no puede frenar porque tiene una bomba que explota si el autobús frena a menos de 50 millas por hora. El autobús que me trajo de regreso a casa ayer por la noche tampoco tenía frenos si no es porque el conductor se paraba cuando estaba obligado. No voy a hacer un fácil juego de palabras entre el título de la película y por qué conducía así el conductor del 22. Pero qué rápido iba el condenado.

En Speed sale Keanu Reeves haciendo de madero. Keanu Reeves, ese auténtico palo como actor. Sandra Bullock es la pasajera que tiene que ponerse a los mandos del volante porque al conductor del autobús lo dejan fuera de combate los que quieren que explote el autobús. Excusa decir que no voy a hacer ningún chiste fácil y/o macabro al respecto. Pero, ¿imagináis por un momento?

La realidad supera en ocasiones a la ficción. Algunos conductores, los menos, se encuentran imbuidos del síndrome Fitipaldi. Me vino a la mente la película y quería hablar de ella. Sin ánimo de ofender, por supuesto.

viernes, 9 de marzo de 2007

Los triquis son para el verano




Hoy traemos a este blog a esos compañeros de callejas cuales son los amigos taxistas. Pero lejos de crear polémicas sobre quítame-ahí-esos-carriles-que-yo-iba-primero-claxon-va-pues-el-mío-suena-más-fuerte, echaremos por un día los pelillos bien lejos, en el fondo de la mar. Porque estamos a punto de asistir a un precioso nacimiento. Sí, niños, y también niñas. Ha nacido para nuestro goce Gotaxis.

No miréis, que Gotaxis no forma parte del universo Pokemon. Que a mí el Gotaxis me recuerda el batmóvil, o será por Gotham y eso. Pero bueno, prefiero llamarlo así. El triqui-taxi. La gente, nosotros los mortales, podrá montarse de tres en tres. No cabemos más, de momento. Desde mayo hasta el final del verano. Imagino la emoción del momento a la hora de coger uno de los trique-taxis, tan sólo comparable a la emoción de aquellas primeras colas en los bancos el día que sacaron el euro. Lo estoy viendo. A los niños dando el coñazo, invadiendo la calzada. Yo también quiero un Gotaxis, papi. ¿Lo siguiente será como en Sevilla, pero con ponies tirando del carro?

Lo malo es que sólo hay dos. Triqui-taxis. Encima los triquis anunciarán en su fachada la felicísima venida de nuestra señora la Expo. Olé. ¿La ciudad invadida por triquis en el verano frenético de 2008? ¿Tendrán preferencia sobre el resto del tráfico? ¿Si pinchan a mitad de camino, te cobran el viaje?

Quiero subirme en un triqui-taxi.

jueves, 8 de marzo de 2007

Meme del autobús



Creo que estas cosas se hacen así. Si no, ya me perdonaréis.

El autobús que cogía en mi infancia era el 22. Hasta que pusieron el 38. Ya he dicho alguna vez que lo del 22 es más parecido a un viaje turístico por la ciudad de Zaragoza que otra cosa. Pero cuando vuelvo a casa por la noche prefiero el 22, sobre todo cuando pasa por Conde Aranda.

Vivo en una zona en la que me viene bien coger el 22, el 38, el 42, el 29 y el 31. También el 53 y el 51 E, creo que es. El 42 sólo lo cojo cuando voy al Mediamarkt. El 31 apenas lo he cogido un par de veces en mi vida y ni sé por dónde va.

No me preguntéis por qué, pero no me gusta hacer transbordos. De pequeño, si uno de los dos equipos se tenía que quedar con uno menos, me gustaba que fuera el mío. No me gusta jugar con ventaja. En lo de los autobuses, igual. Aunque creo que no es lo mismo.

No sé tampoco por qué, pero el 33 es un autobús que no me gusta. Tal vez porque sea doble y al 38 sólo lo ponen doble los días que hay rastro y sólo por la mañana.

Creo que me he subido a todos las líneas de Zaragoza en algún momento de mi vida. Menos el 37, que ni sé adónde va. Me molestó mucho un día hicieron un reportaje de los autobuses en el Heraldo y llamaban al 38 “el de las ferias”.

¿He cogido alguna vez el número 39? ¿Y el 27?

Me intento sentar siempre en uno de los dos últimos asientos que van de espaldas.

Me gusta cuando me preguntan cómo ir a la Romareda y yo digo: el 20, el 30, el 40, el primero que llegue. O el 45.

¿128 y 131?

El 24 me trae recuerdos agridulces.

Ahora creo que hay que pasar el testigo y que alguien más haga un meme de su blog. Dos o tres, me parece. Pues yo digo que estas dos personas.

miércoles, 28 de febrero de 2007

Cine y bus (I): Una historia del Bronx



Esta película la traigo aquí porque el protagonista se enamora de la chica en un autobús. Calogero. Una historia del Bronx. Que la chica sea negra también está muy bien. La película es de Robert de Niro y a Robert de Niro siempre le han gustado las chicas así. Además el autobús donde se enamora el protagonista es de su padre, que encima es Robert de Niro. Y también me gusta que el protagonista no pague cuando sube al autobús. Porque es su hijo. Quién fuera hijo de Robert de Niro.

Para que no se note mucho que no paga, porque igual todo es un poco de caradura, Calogero se sienta al lado de su padre, en el primer asiento del autobús. Como se pone de cara a la gente, un día ve a la chica negra. Suena una canción bastante maja y entonces surge esa cosa llamada amor.

La canción que suena cuando Calogero se enamora en el autobús es I only have eyes for you. Versión del saxo de Gerry Niewood. Luego también suena la versión de los Flamingos, vocal. Leit motiv del amor interracial. La película tiene un punto, y es que Robert de Niro sale en una película de gangsters y Robert de Niro es un conductor de autobús. Quién fuera el hijo de.

Cuando Calogero tiene 17 años y se junta con la pandilla por el Bronx, y pasa el autobús de Robert de Niro, los chicos negros que van en el autobús se encaran con los italo-americanos de la pandilla. Robert de Niro deja el autobús para encararse con Chazz Palminteri, el matón del barrio, el que intenta "robarle" a su hijo y el que escribió la historia de Una historia del Bronx. El nombre real de Palminteri es Calogero.
Realmente traigo esta película porque me gusta un montón.

lunes, 26 de febrero de 2007

Frases para la historia


La frase más escuchada en la historia del autobús:

Pues no te había visto.

La segunda frase más escuchada en la historia del autobús:

Pues yo tampoco.

La tercera frase más escuchada en la historia del autobús no existe:

El silencio.

La frase más socorrida entonces para salir el paso:

Y tú qué tal.

La conversación no suele ir más allá del convencional:

Bien. Y tú.

Se admiten sugerencias sobre nuevas frases. Renovemos el rico repertorio español del tópico en el autobús. Todos lo agradeceremos.

jueves, 22 de febrero de 2007

Animales nocturnos


Desconozco otras porque sólo sé de la Cuatro y la Sexta. Hablo de autobuses. Nocturnos. Desde que los autobuses búho empezaron sólo hace dos años, casi es la mejor cosa que han hecho desde Tuzsa en los últimos tiempos. ¿Sería demasiado pedir frecuencias más cortas, aun siendo por la noche? Encima te ahorras dinero porque dejas que los taxis pasen de ti. Y eso es una maravilla.

Decía que uso la Cuatro y la Sexta. Todavía desconozco las otras líneas. Ni que decir tiene que si cojiera las otras, me llevaban bien lejos, allí donde para el lado oscuro de la ciudad. Recuerdo el día que cogí el primer búho y pregunté, entre temeroso y emocionado, al conductor de noche: “¿Vale esto?”. Esto era el bonobús, aquella reliquia.

Ahora que caigo, propongo. El número del búho viene dentro del búho del cartelito. Casi no se nota. Es de noche ¿No podría venir el número del búho un poco más en grande y dejar el búho en pequeñito? Eso ya nos lo sabemos. ¿Uno de esos carteles electrónicos? Es decir.

Gracias, señor Búho.

miércoles, 21 de febrero de 2007

La calle del silencio


Hoy, al venir hasta el sitio en el que escribo esto, el autobús iba en completo, absoluto silencio. Y no iba precisamente vacío. Han sido unos segundos, minutos, momentos, maravillosos. Nadie conocía a nadie, casi casi nadie miraba a nadie. Se limitaban o nos limitábamos a dejarnos llevar. Quizá por la emoción. Hasta el largo y pesado trayecto de mi autobús me parecía, aunque largo, nada más que sereno.

Ni los móviles, que se estaban echando la siesta.

Que de vez en cuando se agradece y todo.